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Al limbo

Hoy me han dado una mala noticia. Van a cerrar el limbo. A esa parte del género humano que suele tener los pies bien puestos en tierra esto le dará igual. Pero a los que a menudo pasábamos horas y horas en el limbo, se nos ha caído el mundo encima. 

Sí, porque digo yo ¿y ahora, adónde iremos? ¿directamente al infierno? ¿rebotaremos contra las puertas del limbo para ir de cabeza al suelo?

 “Sabios tiene la Iglesia” dice el dicho, y estos han decidido que hay que trasladar a la población que anda por el limbo directamente al paraíso. ¿Significa eso que el sexo dejará de ser pecado? Lo digo porque mi sexo, la mayor parte del tiempo anda fluctuando entre pensares y pesares. Y esto como cristiano que soy, la verdad, me trae de cabeza. Ahora que si con estas deciden que nos mandan al paraíso entonces yo paso y directamente me quedo...

Y es que como en el limbo no se está en ninguna parte. A mí me sabe a gloria. El limbo es como el aire que respiramos y lo que hacemos en él es solo nuestro, como la mierda que cagamos. Ni se podrá meter en una caja, ni es de nadie, ni nos podrán coser la boca, ni el culo. De modo que a partir de ahora creo que tendré que apuntarme un pecado más, y de los gordos: forzar un día sí y otro también, las puertas del limbo, y quedarme allí un rato mirando como ahora, a los de abajo y a los de arriba mientras suspiro y me digo a mi mismo “Que Dios nos ampare, que esto es un sin Dios y no hay Dios que lo enderece”. Más

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